Tener un espíritu aventurero está muy bien, pero cuando se trata de los alimentos que comemos o bebemos, ser un aventurero en exceso puede derivarnos riesgos innecesarios.
Antes de plantear un viaje
Los alimentos de un país extranjero puede ser una parte importante del viaje para muchos viajeros. Además del clima, el paisaje o el alojamiento.
Las degustaciones culinarias y el turismo gastronómico han llegado a ser uno de los segmentos más dinámicos de la industria del turismo en los últimos años. La experiencia por la comida local como medio para familiarizarse con la cultura de la zona se ha vuelto una parte importante de la planificación del viaje.
Antes de volver, es principal tomarse un tiempo para ver cuáles son los principales problemas de alimentación de la zona que vamos a visitar. La planificación es esencial para preparar un viaje, sobre todo si viajas a países exóticos, ya que nos ayuda a tomar las medidas de prevención adecuadas (como por ejemplo vacunarse) y minimizar los riesgos de contraer una enfermedad (Gastroenteritis) durante el período de vacaciones. Además, nos ayudará para recoger información sobre cuáles son los riesgos relacionados con el agua y los alimentos.
Cada país del mundo tiene sus necesidades y problemas de seguridad alimentaria, que dependen del tipo de comida que se sirve y de dónde se obtiene. Los niveles de seguridad e higiene alimentaria varían de un país a otro, y las normas también.
Por todo ello es indispensable y aún más si el viaje es a un país exótico, extremar las precauciones y planificar todos los detalles del viaje, desde vacunas a otras necesidades sanitarias y el tipo de alimento más adecuado para cada destino.
Encontraremos diferencias en el riesgo y en la causa. Normalmente, y según informa el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades estadounidense (CDC), "el mundo se divide en tres grados de riesgo: bajo, intermedio y alto".
Riesgo bajo: EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Europa.
Riesgo medio: Europa del Este, África del Sur y algunas zonas de las islas del Caribe.
Riesgo alto: Asia, Oriente Medio, África, México y América Central y del Sur.
Qué encontraremos según el país de destino:
En países de Asia, África y América Latina hay que tener cuidado con la fiebre tifoidea, una enfermedad causada por la bacteria Salmonella typhi, que se propaga a través de alimentos, agua o bebidas contaminadas.
En Nigeria, Níger, India, Paquistán y Afganistán hay que prevenir la poliomelitis, causada por un virus que se transmite de persona a persona, sobre todo a través de la contaminación fecal de alimentos y agua. En muchos casos, la infección con el virus es asintomática; cuando sí aparecen los síntomas, lo hacen en forma de fiebre, dolor de cabeza, naúseas y vómitos.
En zonas de alto riesgo es común la shigelosis, enfermedad provocada por la bacteria Shigella y que afecta a alimentos como ensaladas, vegetales crudos, lácteos y aves. Las principales causas de contaminación son el agua contaminada con deyecciones y los hábitos no sanitarios de los manipuladores de alimentos. La fuente de Shigella son las heces de las personas contaminadas y las moscas.
En países con un saneamiento deficiente encontramos Escherichia coli enteropatogénica (EPEC), que afecta sobre todo a niños y que está relacionada con el consumo de carne y pollo crudos.
En Oriente Medio, América Latina, India y África subsahariana el riesgo de epidemia de cólera es alto. Esta enfermedad bacteriana suele propagarse a través de agua contaminada. El cólera suele causar diarrea severa y deshidratación.
La brucelosis, o fiebre de Malta, provocada por la bacteria Brucella se transmite por contacto directo con animales infectados o por el consumo de leche o queso crudos no pasteurizados. Si bien está presente en todo el mundo, es más común en países de Sudamérica, Asia Central y Oriente Medio. El riesgo está sobre todo en zonas rurales y agrícolas.
Algunos de los síntomas son comunes a todas estas intoxicaciones, como la diarrea, considerada una de las enfermedades más frecuentes en los viajes internacionales. Suelen ir acompañadas de náuseas, cólicos, fiebre y malestar general, que dura entre tres y siete días, suficiente en muchos casos para echar a perder nuestro viaje.